EL ARTISTA


























    EL ARTISTA

Una fuerza incontenible para expresarme me llevó a estudiar cinco años en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, donde aprendo la técnica de la pintura, que fue la base para la propuesta personal que aparece en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova.

Paisajes arbolados con sugerencia de poesía contenida, pequeños detalles del motivo surcaban inmensos, planos vacíos que se cargaban de tensión. La realidad circundante, modificada por mi sensibilidad iba ganando en profundidad y complejidad.

Las formas, los colores, los espacios se manifestaban como una unidad, coordinados por mi emoción. Primero fue la técnica maravillosa del óleo, esa sutileza del color transformado por mi interior, con una paleta sin estridencias, todavía con formas reconocibles del paisaje que fue evolucionando hacia una expresión más abstracta.

Hay luego una acción más directa y menos académica, con incorporación de papeles que a veces rasgaba. Existía rapidez en la ejecución, como si alguien me dictara lo que debía hacer.

Las texturas táctiles invitaban a acercarse, volvíamos a la democracia y pintaba sin cesar. Existió una interacción entre pensamiento y pintura, es que la creación es un acto modificatorio que actúa sobre la persona y sobre el espectador.

Se sucedieron muchas exposiciones que podían leerse como cierre de etapas. Las obras aparecían desordenadas pero en el momento de mostrarlas organizaba una lectura con una temática para poder llegar al espectador. El deseo de transmitir una experiencia amplia y constante fue cambiando las búsquedas.

La influencia de varios libros que me modificaron tanto como los artistas con los que expuse e investigué.

El proceso que se desarrolla después no puede entenderse si no abordamos la investigación y la reflexión del hecho creativo.

Partiendo del fundamento que el arte no es solo obra sino libertad y forma de conocimiento, presento una investigación sobre mi trayectoria artística, desde los inicios hace ya más de 30 años, sin límites fijos en sus cambios, producto de una búsqueda personal como afirmación de uno mismo. La pintura siempre estuvo acompañada también de escritos que los volcaba en cuadernos en donde trataba de descifrar lo que acontecía en mi persona, esto impulsaba el trabajo.

Hacia 1991 las búsquedas experimentales y pictóricas cobran una configuración en donde concepto y obra se unifican en un continuo que denomino FRACTALAZAR (fractal + azar), de los fractales hablaré más adelante. Al agregarle el azar hago incapié en lo desconocido e incontrolable. El azar puede intervenir a distintas escalas (micro-macro) dando como resultado formas irregulares difíciles de clasificar. Esta idea fue incluso registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual.

Para mi era la posibilidad de inventar un sistema formal y conceptual que me permitía abarcar un amplio abanico de la naturaleza: en los árboles, en la topología, en las galaxias y en el cuerpo humano. Fractalazar es como un abracadabra, una palabra con muchas A que induce a una apertura hacia lo infinito.

Lo novedoso y original de la teoría despertaba en mí una energía incalculable. No hablo de fragmentos, este es cerrado en sí mismo. El fractal es abierto a relaciones a distintas escalas, manteniendo su forma. Lo irregular, lo interrumpido, el azar. La intención es describir cómo la acción y el concepto atraviesan el desarrollo de mi obra en la última etapa. Una teoría reciente como la de los fractales (1984) organizaba mis experiencias, ampliaba, difundía la idea y creaba curiosidad.



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